"Todavía no son las ocho de la mañana y ya fumé dos cigarrillos". Esto apareció sin pensarlo como una línea de comienzo (¿comienzo de qué?) mientras me dirigía a la parada de cualquieraquevayaporgeneralpaz para desembocar en el laboratorio una mañana cualquiera, una de esas en las que los días se avecinan difíciles y mentalmente no se terminan de enumerar las actividades antes de olvidar la primera. Sin embargo algo más profundo que ese simple pensamiento saludable se disparó en mis somnolientas neuronas, y fue la idea de escribir un libro autobiográfico. Puedo jurar que la mera esperanza de que a alguien le pudiera interesar el contenido de mi escasa vida no se le hubiera ocurrido a mi yo de los quince años, pero parece que las muchas sesiones de terapia siguen amortizándose en una nueva sensación de leve importancia.
Es indeterminado el momento en el que aparece esa invasión interior como un grito con apnea, pero está e insiste en ser escuchada (debería decir escrita). Las dudas son muchas, y reflexiones como "querida, tenés que escribir una tesis en nodentrodemucho, ¿cómo se te ocurre que podés también escribir un libro?", o las no tan frecuentes del estilo "no vas a estudiar letras ahora, y aunque escribir un libro nada tiene que ver con eso, hacé lo que quieras pero hacelo antes de que te estalle el cerebro y deje vetas de sangre en forma de ecuación no balanceada".
Por otra parte noto con frecuencia que durante exhaustivas exposiciones a niveles cuasi-tóxicos de ciencia se me ocurren las más profundas reflexiones sobre la vida. Mientras transcurría una mesa redonda a la que asistí hace muy pocos días realicé algunas anotaciones como por ejemplo "Necesidad de hacer siempre más. Estado fuera del equilibrio = ¿vida?. ¿Cuándo se termina la falta de tiempo? ¿Cuál es la relación última del capitalismo con el motor del hombre?" Preguntas que deberían dar pie a vastas auto-discusiones sobre temas tan diversos como la tecnologización del hombre y su constante despersonalización en vistas de su incorporación a la gran rueda. Nada que Sábato no haya discutido en sus grandes ensayos contenidos en lo que para mí es una de sus mejores obras, pero que en este momento me tocan el hombro a mí y me piden que les de esa vuelta de engranaje personal.
Sí, algún día va a llegar EL arte. Y finalmente ese día serán muchos otros.