lunes, 22 de octubre de 2012

uno y dos

Me pasa todo el tiempo. Durante los más breves viajes en colectivo se me ocurren al menos tres ideas ¿interesantísimas? sobre las que escribir, pero cuando llega el momento papel(virtual)-ojos-manos ya se desvanecieron. A veces llego a escribirlas de puño y letra en algún papel olvidado mientras intento no pasarme de parada, pero la gran mayoría simplemente se pierde en la General Paz.

///How I wish the world was smaller.

Las grandes ciudades me asustan. No me parecen normales. Se me ocurre que si quisiera contratar un servicio de asistencia al viajero, en cualquier lugar con sentido común, tendría que ir a ese edificio con cartel en el techo que brilla "Assist Card". Es lo suficientemente grande como para que puedan atenderme, y a todos los que quisieran viajar. Lo mismo me pasa si se me ocurriera comprar un celular y además pertenecer a la compañía Personal. [Ya que estamos, ¿qué sentido tiene que haya más de una?].
Esas ridiculeces cotidianas como los call centers, la tercerización de la tercerización de la quinta subdivisión de la empresa número mil quinientos de teléfonos móviles. Quizá no nos sentiríamos tan pequeños e insignificantes. La rueda de la prosperidad giraría con más fuerza.
La molestia que nos produce lo que comúnmente denominamos burocracia va de la mano con la enormidad del mundo. Necesitar algo de los más grandes nos vuelve hormigas luchando por ser escuchadas en un largo camino infernal hacia la nada misma.

De yapa, estarías más cerca. Si existieras, realmente, en algún lugar, seguro no sería a miles de kilómetros.

jueves, 11 de octubre de 2012

Mellon Collie and the Infinite Sadness

Alguna vez leí que vivir es tomar decisiones. O que la toma de decisiones le da sentido a la vida, no sé bien cómo estaba escrito pero la idea era que quedarse parado en un mismo lugar no era equivalente a vivir. Claro, suena trivial, aunque...
Escuchar el beep beep matutino y pensar "ay pero qué paja, media hora más". Ahí tomamos una decisión importantísima: seguir durmiendo. Aplacar la consciencia un rato más. ¿Y si toda esta parafernalia se trata de lo mismo? Decidir, parar, seguir, mirar alrededor. Cambiar.
Los huecos en el placard.
Adentro
la melancolía y la infinita tristeza.