Prefiero imaginar esta etapa como una despedida del mundo que conozco, como una preparación para la inmersión irreversible en otro que postergo. Esta etapa en la que elegiría escribir mi nombre cien veces en un pizarrón, flagelarme con mil mates para arrancar (nunca funcionan), y escribir cualquier otra cosa cuya página no se guarde en la carpeta "tesis!". Sí, tiene un signo de exclamación. Ni ella puede creer que existe.
Prefiero armarme de languidez y aplastarme en la cama, dos o tres semanas, sentir la presión del tiempo que es uno solo y aprieta cada vez más fuerte. Diciembre, febrero: llegan pronto. Los días me comprimen. Luego el aire.
Prefiero creer que solidifico para soportarlo; hoy soy líquida.
El final es conocido: siempre algo sublima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario