miércoles, 1 de mayo de 2013

de los mails largos y los fuegos artificiales

Estoy convencida de que cada vez que me surge un impulso por escribir un mail largo, en su defecto tengo que arrimarme acá y escupir esas verdades de alguna forma algo disfrazada (o tal vez no, total, escribo para mí). Casualmente, cuando decido enviarlos, esos mails carecen de respuesta. Entonces, ¿para qué abrir esa puerta, si acá no hacen falta las devoluciones? 
Debería escucharme más seguido, evitar las desconexiones causadas por necesidades ridículas, esas gestadas en la ansiedad irrefrenable que provoca el recuerdo de un beso profundo. De un abrazo apretado. Muchas veces quisiera clonarme con la excusa de "tengo tanto para hacer que necesito otra yo". Mentira, la verdadera razón esconde dos propósitos: que una se encargue de pensar y sobreanalizar todo lo fútil, y que además abrace y bese de vez en cuando a la otra, la que vive la vida plenamente, que no le teme a la soledad. Por el momento hay más de la primera que de la segunda. Pero se acerca una versión mejorada, una que no necesita un holograma de sí misma. Sólo falta que tome consciencia real de la dicotomía y se deje de hacer pelotudeces, como por ejemplo, enviar mails largos.

2 comentarios:

  1. UH me llegó directo, hace 6 meswe envié un mail largo, luego se años de no hacerlo pero esperando una devolución como la hubo tantas otras veces. Aún sigo entrando a ver si me llega la respuesta

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    1. No te preocupes, seis meses no es tanto. Cuando pasen cinco años por ahí puedas afirmar que en efecto no te respondió.

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